lunes, 18 de febrero de 2013

Noches Burgalesas: El Cooper Club

EL COOPER CLUB


    Si ustedes siguen mis andanzas blogueras tal vez piensen que, en Burgos, todos los bares son antiguos, y de gran trayectoria. Craso error. Eso implicaría que la gente joven de Burgos es conformista o no es capaz de llevar adelante ideas diferentes y hacer que fructifiquen en forma de locales nuevos. Y sí, sí que son, que somos fríos y secos pero tampoco hay que ser extremistas en este aspecto. En la Calle Fernán González hay un local de breve pero intensa vida, regentado por un joven que tiene pocos años más que el bar que regenta, y que se ha convertido en un imprescindible de la noche burgalesa desde su apertura, allá por Octubre del año pasado: El Cooper Club.

    En el Cooper Club nada es normal o corriente. No es fácil entrar, pero no porque la puerta sea pequeña o el acceso angosto, sino porque la afluencia de jóvenes (y no tan jóvenes) burgaleses es tal que en ocasiones es más fácil quedarse fuera que adentrarse en su encanto British. Obviamente, llamándose Cooper, se hacen una idea de la orientación musical del local, un aroma a Union Jack empapa las notas musicales que bañan noche tras noche las paredes, las columnas y los oídos de todo aquel que se acerque a los dominios del gran Manolín y la simpática Sandra. Es más, llamándose Cooper no es sorprendente que un Mini Cooper (con un 22 decorando la puerta, ¿de qué me suena a mí esto?) forme parte de la decoración, como icono del bar y de toda una época musical, fílmica y social.

    El Cooper Club no es sólo un bar de moda, o un bar de tendencia, es un bar con una idiosincrasia especial, con un componente participativo por parte de la clientela muy alto y un lugar en el que ver y dejarse ver. Si quieres saber quién es quién en la parte de la noche burgalesa que no quiere oir hablar de Operación Triunfo ni jacarandas similares, el Cooper Club colmará todas sus expectativas. Acérquese (pronto mejor), acódese en la barra, pida una copa a su gusto y abra las orejas, que seguramente le guste lo que oiga. Y vea.

lunes, 11 de febrero de 2013

Noches Burgalesas: El Contra Punto

EL CONTRA PUNTO



Hay lugares con solera, de esos que siempre están ahí, imperturbables, sin un sólo cambio. Algunos, como la Catedral de Burgos, llevan siglos mirándonos a los ojos, de tú a tú, con un aura de eternidad imperturbable. Hay otros sitios que, por múltiples razones, varían. Cambian, se transforman, mutan... Todo ello para volver a ser como eran antes. Como siempre fueron. Como quizás nunca debieron dejar de ser. Sé que es un poco rollo, pero, oigan, es que las cosas fáciles son fáciles de explicar, pero las complicadas no tanto.


Si hace una semana les hablaba de un bar en el que todo el mundo podía encontrar su sitio, esta les hablo de un caso similar, pero diferente: El Contra Punto. El Contra Punto es un pub musical con solera. Dos décadas, y probablemente más le contemplan. Hubo una época, no muy lejana, en que creímos que la luz de su cartel se apagaría para siempre. Un local puntero, amplio, con paredes en las que habían retumbado los más grandes de la música rock de todos los tiempos, estuvo a punto de perecer. Pero no lo hizo. Hubo un periodo de transformación, y pareció que cambiaba su rumbo hacia géneros musicales más livianos. Fue un espejismo de apenas unos meses, porque lo que no puede ser no puede ser, y el espíritu del rock'n'roll no podía permitirse perder uno de sus altares. Cayó de nuevo. ¿Sería esta vez para siempre? No.

El actual Pub Contra Punto, hace ya casi cinco años, resurgió de sus cenizas de la mano del gran Maikel y de Vero, y se convirtió en el gran Templo del Rock en Burgos que es hoy. De los altavoces que cuelgan de sus paredes, sale metal, sale hardcore, sale rock duro, amigos, y sus habituales hacen cuernos, llevan greñas, calzan botas y portan chupas de cuero. Cada semana se plantan frente al pincha de turno, esperando su ración de heavy del bueno. La cantidad de grupos de rock del bueno que han sonado entre sus oscuras paredes es tal que no me cabrían en una sola entrada del blog, así que sólo nombraré a los grandes: Metallica, AC/DC, Iron Maiden, Anthrax... Son heavies, sí. Pero no se asusten por ello. Es más, si ustedes quieren pasar una noche de las que no se olvidan, plenas de emociones, risas y buenas historias, alcen sus cervezas y brinden copa en alto por los Dioses del Metal en el Contra Punto. Así nada saldrá mal.

¡Larga vida al Rock'n'Roll!

lunes, 4 de febrero de 2013

Noches Burgalesas: La Ruina




LA RUINA



Imaginen que salir de noche por Burgos pudiera compararse con construir una casa. Hay que tener planos, hay que tener materiales, hay que saber ponerlos en su sitio, hay que tener buena mano a la hora de levantar muros, colocar puertas, dejar bien puestas las ventanas. Imaginen que pudieran hacer todo eso, la casa y salir por la noche en nuestra fría ciudad, de una sola pieza. Una pieza maestra. Una pieza que no se puede disociar del resto de la casa. Una pieza fundamental de la noche burgalesa. Esa pieza en construcción dudo que exista. Pero en las noches de Burgos, esa pieza que no falla nunca se llama La Ruina. Y de ruina nada, oigan.

Este 20 de Febrero se cumplen 21 años de la apertura de La Ruina y un año desde la reforma que hizo que todo fuese nuevo para que todo siguiese igual. La Ruina es ese bar que lleva, año tras año, al pie del cañón. Ubicado en un sótano de la Calle Fernán González en el que en su día nadie se atrevía a entrar para hacer la reforma por miedo a que todo se viniera abajo, la verdad es que, para muchos, la noche no se acaba hasta que lo deciden Jose, María y Estíbaliz. Cualquiera diría que, en sus orígenes, La Ruina, era un garito de música electrónica. Pronto se reconvirtió al estilo actual, que mezcla la mejor música internacional de los 80, lo más granado de la música de La Movida y lo más nuevo durante cada época, en muchas ocasiones descubriendo a grupos que, con el tiempo, se han convertido en grandes.

El ambiente en La Ruina es de lo más ecléctico. Dado que su selección musical es tan variada, y su ambiente en general es tan heterodoxo, lo mismo se puede usted encontrar a un amante del rock de toda la vida, como a un seguidor del indie más moderno, pasando por nostálgicos de las grandes bandas de otros tiempos o del pop patrio más recalcitrante. Vamos, que más que recomendable, este local es un “must”, un bar en el que todo el mundo tiene sitio y un más que brillante broche para una noche de fiesta en el Palacio de Invierno…